La selva peruana es un espacio maravilloso que combina la experimentación de múltiples sensaciones, relacionadas con la naturaleza, los colores, los sonidos, gusto y olores.
El proyecto busca convertirse en un catalizador de todas estas artes para hacerlo más visibles y evidentes, insertar un pedazo de la selva dentro de la ciudad, y si bien un edificio no puede competir con un entorno natural, éste deberá replicar las sensaciones, espaciales, de luz y sombra, de temperatura y color. Integrar la posición privilegiada del lote y su relación con la plaza, debe invitar a entrar y compartir, debiendo tener la suficiente permeabilidad para ver lo que pasa adentro y viceversa.