Hoy la arquitectura hospitalaria tiene un aparente pequeño auge, la pandemia ha impulsado la presión por tener más pero no se si mejores hospitales con programas como Reconstrucción con cambios en el norte, contratos NEC; etc , el sector privado se está reactivando y hay efectivamente una mayor demanda de especialistas en salud, no obstante los años pasados han demostrado que la experiencia real es muy mala, poco eficiente, y esto a tenido consecuencias directas en la formación y desenvolvimiento laboral de los arquitectos que participan en estos procesos.
Queremos poder un poco y sin pica, explorar estas posibles categorías o hasta estereotipos que podemos encontrar en el mundo de la arquitectura hospitalaria en el Perú.
Los “arquitectos plotter”, es el grupo que cumple pero que no genera nada, su aporte está desfasado y su presencia es más dañina que beneficiosa, son arquitectos diseñadores con años de experiencia principalmente en el estado, en alguno casos generaciones mayores que producen estos edificios “chatos” diseñados en una o dos plantas, 80% copy paste del anterior, que hacen todo sobre su molde, licitación tras licitación, su cliente principal es el estado y los consorcios de obra, forman parte la vieja escuela de contratación del estado, donde la arquitectura sólo es una parte más del expediente.
Esto solo tiene consecuencia más allá de que puedan funcionar o no , producen edificios poco empáticos, poco funcionales pese a sus discurso, poco adaptados a las condiciones del lugar y hasta “feos”, los identificas al ver el plano, edificios de varios frentes que se ven como un “tetris” o una “chacana” , no tienen fachadas definidas, la ventanas están donde cayó el espacio interior, estructuración forzada , poco orden y fluidez espacial, requieren de mucho trabajo y presupuesto hacer que se vean bien edificios que desde su concepción se alejan de las bondades de la arquitectura.
Si hablamos de diseño, posiblemente sigamos proyectando como hace más de 80 años, por algún motivo los hospitales en el Perú son pensados en “planta”, debe ser por la complejidad y cantidad de ambientes seguramente , pero hay casi una tendencia unánime en aglomerar espacios del programa uno al costado del otro y unirlos con una pasillo… y ya está! Ahí tienes el hospital! La norma técnica colabora con esta desgracia sugiriendo casi que todo esté en un piso, interpretación errada a todas luces, esto solo tiene como consecuencia un edificio esparcido en el terreno, lo cual lo hace menos eficiente en sus flujos e instalaciones, si no además demanda mayor cantidad área de terreno, y de ahí que en muchos casos los hospitales no pueden encajar dentro de los cascos urbanos de la ciudad.
Otro perfil que se tiene es del “experto teórico”, aquí estamos hablando de un especialista que conoce las normas, las funciones y operaciones, pero con poca experiencia en obra y en la logística de sacar el gerenciamiento de un proyecto de hospital adelante. Si bien saben mucho, desafortunadamente no cuentan con soporte para poder realizar un proyecto de envergadura, es decir no cuentan con oficinas establecidas ni personal para poder realizar un edificio de grandes metros cuadrados, son perfectos como consultores, pero malos desarrolladores.
El “funcionario observador” es otro perfil complejo, porque en la mayoría de casos ha llegado a un punto de distorsión, donde esta persona cree que su chamba está justificada en función de que cuantas líneas tiene su informe, aquí todo es forzado, la norma es su mejor amigo, y su sesgo de experiencia es poco empático con el que está en el otro lado, diseñando o gestionando, posiblemente nunca ha diseñado un edificio, ni hospitalario ni de ningún otro tipo, sin embargo su falso ego o falta de autoestima, lo hace ser intransigente, cerrado, prepotente, este es uno de los elemento más nocivos para el desarrollo de una buena arquitectura en salud.
El “residente o supervisior” tenemos un arquitecto hospitalario pero neto en obra, aquí podría haber una ventaja hasta cierto punto, pero el limitada, este perfil cuenta con experiencia en varias obras, largas y cuestionables, ¿qué tan bueno es estar en un proyecto de 5 o 7 años?, con interminables paralizaciones, observaciones, arbitrajes, etc. la realidad promedio de nuestra ejecución de proyectos hospitalarios. Sabe perfectamente cómo se instala un material o requerimientos técnicos de la instalaciones, no obstante, desconoce cómo se gesta y se genera el proyecto, puede ser muy estricto en apegarse a la norma y eso es peligroso, sobre todo cuando el proyecto debe darse ciertas libertades apoyados en el criterio.
Aquí podríamos dividir entre los que son “obstructivos” y los “resolutivos”, si te toca un resolutivo puede convertirse en un importante elemento, si te toca un obstructivo vas perder mucho tiempo.
El “extranjero inocente” dentro de este grupo están los arquitectos y/o empresas que casa foránea que vienen a “hacer país” al Perú, tienen mucha experiencia en sus respectivos lugares, pueden producir un edificio espectacular, pero el gran problema que tienen que están en proceso de adaptación a lo informal, limitado y accidentada realidad peruana, tienen a diseñar edificios sobredimensionados, el desconocimiento de los procesos, hacen que se apoyen en extremo en la norma, o en sus experiencias previas, las cuales en mucho casos vienen de países más desarrollados donde hay mayor inversión, por lo tanto hacen proyectos más caros, eso genera problemas en la logística y realidad económica del proyecto, no tienen contactos locales, no conocen alternativas comerciales, a veces desconocen los trámites , “les falta calle” por así decirlo. Otro factor importante es que en algunos casos son empresas turistas o que están probando suerte, por lo tanto sus costos son mayores, hay que pagarles oficina, pasaporte, hotel aunque estos no vengan en la factura.
Pueden ser une excelente aliado llevados por experiencia local, jamás solos….
El “entusiasta por casualidad” , este es posiblemente el grupo con mayor potencial al futuro, aquí es están los profesionales jóvenes que por temas de coyuntura han ingresado al mundo de la arquitectura hospitalaria en una obra o desarrollando un proyecto y ven con buenos ojos la especialidad, su futuro va depender de la experiencia que vivan, pudiendo transformarse en algunos de los perfiles anteriores, esto también va depender del criterio que se formen y de su capacidad de curiosidad para entender la condición compleja, multidisciplinaria y cambiante de este mundo.
El “crack” el perfil más escaso , quizá también el menos buscado en un contexto mediocre como el nuestro pudiendo estar sobre calificado, aquí están los arquitectos y/o empresas que por su experiencia han pasado por todas las fases de un proyecto, pudiendo conocer temas de planificación, diseño, desarrollo y obra, además de estar capacitados y conocen la gestión de un proyecto, y por si fuese poco conocen del diseño arquitectónico, siendo capaces de reconocerlo para contratar o para generarlo ellos mismos. Suelen saber lo que producen y eso se ve reflejado en sus costos, los cuales en la mayoría de casos no están del todo alineado con el mercado, donde el resto de perfiles a “maleado la plaza” de experto. Este perfil si bien es un valor individual entiende perfectamente que el proyecto no se hace solo así que tiene una actitud colaborativa, conoce de otras disciplinas e interactúa constantemente con los otros profesionales.
Como se puede ver son pocas y contados con los dedos de la manos profesionales y/o oficinas de arquitectura que puedan llevar y diseñar el proceso de desarrollo de una clínica u hospital y que combinen la capacidad y experiencia técnica, el buen gusto en el diseño, la eficiencia en costos y conocimiento del proceso de gestión, quizá es mucho pedir pero es lo que creemos que se necesita.
Si quieres saber más del tema de arquitectura hospitalaria y crisis de hoy revisa nuestro artículo